Y aunque lo sepan nunca lo sabrán. Pueden mirarnos y creer que entienden, sonreír y pensar: "¡Que mucho que se quieren!", pero la profundidad del sentimiento no los toca, ajenos a nosotros y nosotros a ellos; son en tus ojos que brillan mis ojos, soy yo la fuente de tus suspiros. Nadie más puede ser parte de eso.
Fuera de nuestras caricias o nuestros besos lo demás pierde enfoque y motivación.
Tu corazón se agita y enloquece ante la tranquilidad del mio, ¡si tan solo supiera que mi tranquilidad se debe a su locura!.
¿Vale la pena sacrificarse uno por las apariencias?
Entonces no lo sabía, me lo imaginaba, lo presentía, pero no sabía. Estaba buscando alguna respuesta, pero no surgía qué preguntar; en realidad alguna idea de que se pregunta tenía, pero no a quien. Había conmigo una persona, pero las respuestas parecían no aparecer. Tenía cosas que no necesitaba y con eso disimulaba que estaba incompleto. Las cosas iban bien, había momentos que muy bien. Pero nada pasaba, la vida tomaba un sabor gris-blanco. De tantos flashes de colores que había imaginado saborear, esa tibieza me estaba empezando a conformar. Pero sobre todo creía que no todo estaba perdido, me sentía más arriba de lo mediocre y eso me bastaba.
Siente: Los dioses están celosos de nuestro momento. Ellos, con todo su oro y sus rituales nos envidian. Nosotros estamos más allá de lo material, más allá del código del aparentar. Nosotros somos, y eso es lo único que importa.