Sólo, perdido, el frío seco de las montañas aumenta mi desesperación. Las ideas se contradicen en mi cabeza, mientras por un lado trato de mantenerme positivo por el otro analizo todas las posibilidades de muerte que hay en los cerros.
Decidí detenerme a dormir un poco, pero sin movimiento el cuerpo se me esta entumeciendo. Mejor reanudo la marcha. No siento los dedos de los pies ni los de las manos, lamento no haber traído los guantes que me regaló Moni, Fede se va a reír tanto cuando le cuente que me perdí!
Por fin el día, ahora voy a poder dormir. No hay nada para comer ni con que resguardarse del frío de la noche. No veo las horas de estar en casa.
Ya pasaron 4 días desde que se me acabaron las provisiones (sanguches y la botella de agua). No hay un puesto a la vista.
Miren lo que es el destino! La senda equivocada me llevó a hoy. A pesar de todo estoy tranquilo, tengo la sensación de que así estaba escrito. Lo más seguro es que termine aquí, pero esta bien, voy a estar bien. Ya no me siento solo. No me duele nada, simplemente voy perdiendo las fuerzas.
Es un hermoso día de sol, los amo a todos.
Julián.
Puedes cambiarme los sentimientos, mover, cual viento las hojas de los árboles, mis estados de ánimo, puedes influir en mis opiniones, o hacer un plan no atrayente por el simple hecho de no ir. Puedes que te quiera más con cada sonrisa, con cada una de las sorpresas.
Puedes sólo porque eres tú. Puedes. Tu en mí puedes.
El tiempo son sólo momentos escapándose.
Sólo una vez, fue un momento en el que nos leímos la mente, sabíamos exactamente lo que el otro pensaba. Del mundo, del resto del mundo, de cualquier cosa que no sea nosotros dos sólo estábamos pendientes de la mesa. Un metro de madera sólida separando nuestros más elocuentes silencios (más que compensados con miradas).
La mesa parecía exponer aún más cada movimiento sobre ella, por ende, yo estaba con las manos en mi regazo. La carencia de sonido, aunque intencional, estaba por volverse incómoda, así que, ligeramente, con inocencia (pero no ingenuidad) alcé mi mano, toqué el florero y quedo cubriendo un pedacito de mesa. Él, que había seguido cada tramo, le brillaron los ojos, y entendió la manera de finalizar ese momento perfecto; gentilmente, envolvió mi mano con la suya. Y no hubo un "te amo" más sincero. Y todo lo que había para decir ya estaba dicho.
Y aunque lo sepan nunca lo sabrán. Pueden mirarnos y creer que entienden, sonreír y pensar: "¡Que mucho que se quieren!", pero la profundidad del sentimiento no los toca, ajenos a nosotros y nosotros a ellos; son en tus ojos que brillan mis ojos, soy yo la fuente de tus suspiros. Nadie más puede ser parte de eso.
Fuera de nuestras caricias o nuestros besos lo demás pierde enfoque y motivación.
Tu corazón se agita y enloquece ante la tranquilidad del mio, ¡si tan solo supiera que mi tranquilidad se debe a su locura!.
¿Vale la pena sacrificarse uno por las apariencias?
Entonces no lo sabía, me lo imaginaba, lo presentía, pero no sabía. Estaba buscando alguna respuesta, pero no surgía qué preguntar; en realidad alguna idea de que se pregunta tenía, pero no a quien. Había conmigo una persona, pero las respuestas parecían no aparecer. Tenía cosas que no necesitaba y con eso disimulaba que estaba incompleto. Las cosas iban bien, había momentos que muy bien. Pero nada pasaba, la vida tomaba un sabor gris-blanco. De tantos flashes de colores que había imaginado saborear, esa tibieza me estaba empezando a conformar. Pero sobre todo creía que no todo estaba perdido, me sentía más arriba de lo mediocre y eso me bastaba.
Siente: Los dioses están celosos de nuestro momento. Ellos, con todo su oro y sus rituales nos envidian. Nosotros estamos más allá de lo material, más allá del código del aparentar. Nosotros somos, y eso es lo único que importa.